5605
254
  LOGIN  
SD
Sitio web: EXTREMADURA MAGAZINE

Usamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios, recordar tus preferencias, contar el número de visitas, ayudarte a registrar contenidos, anuncios, reservaciones ...
Si continúas navegando en esta página, aceptas expresamente su uso.


Ver
Continuar

Manuel Alba , - Marbella (Málaga)
Más solo que la una!


Ver mas:

En estas últimas jornadas se empieza a lanzar más abiertamente que nunca un mensaje que va calando en algunos sectores de la población, una idea que surge de algunos cenáculos políticos y de dentro mismo del círculo más cercano al afectado: Se propone abiertamente que Juan Carlos I aproveche el momento y abdique, tal como ha hecho Beatriz de Holanda o Alberto II de Bélgica… Se le trata de convencer, al parecer, y se le invocan argumentos que van desde su estado de salud hasta la baja popularidad alcanzada por los escándalos familiares, incluso sus aireadas relaciones con la señora alemana de apellido impronunciable…. Los que han tenido al Rey por estandarte, los juancarlista que tanto he venido censurando durante estos años, lo tienen amortizado y quieren pasar página, y él se resiste en soledad.

Entre los amigos personales del Rey destaca uno de sus compañeros de infancia, D. Carlos Falcó, marqués de Griñón, quien en una entrevista en el diario ABC manifiesta que (Antes éramos juancarlistas, ahora España cada vez es más monárquica), queriendo indicar, a mi entender, que ya no se mantiene el fervor y el culto a la personalidad hacia su egregio amigo, y remata la faena recordando que las encuestas le dan diez puntos más al Príncipe Felipe que a su padre.

Lo de que en España somos cada vez más monárquicos no se lo cree ni el marqués de Griñón y el Apóstol Santiago, y el motivo fundamental, y no es la primera vez que lo digo, es que nadie se ha ocupado de crear una cultura de la Monarquía, nadie se ha dedicado a generar un compromiso social con la institución de la Corona pero si, desde el principio de su reinado, se ha fomentado el culto a la personalidad del Monarca como elemento instrumental y transitorio…  y cuando este culto tambalea por circunstancias promovidas y aireadas en gran medida por los mismos que lo fomentaron, la embarcación se va a pique.

Que monárquicos hay en España es evidente, pero somos personas que poco o nada, como es mi caso, tenemos que ver con el juancarlismo y que no comulgamos con la piedra de molino de este híbrido modelo instaurado y restaurado, según convenga y se quiera ver, en el que se consagra las excelencias de una Familia Real reducida a familia burguesa de buena posición, campechana, cercana hasta cierto punto y muy populachera. Para los monárquicos es la Corona una institución que está por encima de las personas, y que a quienes les recae el privilegio y el honor de ostentarla les exige sacrificios enormes, inmensos, todos los que impone el ser primus inter paribus, todos los que implican ser excepción sobre la generalidad del resto de la ciudadanía.  Este tipo de monárquico esta apartado de todo círculo en el que exista influencia o humos de poder porque así lo quiso Franco, así lo ha querido su sucesor a título de Rey, D. Juan Carlos y así lo quisieron los líderes del sistema partitocrático surgido de la transición desde sus momentos de gestación… Cuando un monárquico ha puesto el grito en el cielo por el trato que recibió en sus últimos años de vida el Conde de Barcelona, se le silenció y se le tacho de anacrónico; cuando nos alarmamos por el trato de la cuestión de los matrimonios de los hijos del Rey, lo hicimos ya casi en la clandestinidad, dado que la inmensa mayoría de esta ciudadanía masa gritaba su júbilo por la llegada de los Marichalar, los Urdangarín y los Ortiz, por esa inyección de (normalidad) que de momento va dando un resultado evidentemente maravilloso… ¡para los republicanos, claro está!. ¡Así que de eso de que los españoles somos más monárquicos nada, señor marqués!.

Pero la cuestión de la abdicación se mantiene y supongo que los republicanos estarán frotándose las manos con la posibilidad, y yo no puedo sino darles la razón. Y aunque no es cosa aun muy en primera línea de ataque de los medios de comunicación, ya no se privan de hacer sus cábalas muchos de ellos y en algunas revistas muy escogidas se airean ya los principios básicos de ese movimiento de presión. Quienes lean en número de agosto de la edición española de (Vanity Fair)  van a encontrar un reportaje titulado (Un Rey solo) en el que se airean cuestiones, con mucha elegancia, eso si, que o conocíamos o intuíamos, según el caso, muchos monárquicos.  Así que la presión a favor de la abdicación viene de la mano de la Reina y de su nuera Leticia ( no lo pongo con (z) porque me parece ridículo) es algo por lo menos presumido. La Reina, que de todos es sabido se pasa en Inglaterra todo el tiempo que puede, no tiene más interés que el de ver a su hijo proclamado en el Palacio de las Cortes, y su nuera arde en deseos de estar de igual a igual con Máxima de los Países Bajos o Matilde de Bélgica, pues para eso se ha trasformado de periodista progre y de izquierdas a la más rotunda representación de princesa que se pueda pretender… D. Felipe de Borbón aspira a ser pronto Rey y no se pone en duda ya que las relaciones familiares no son las ideales.  Lo de la abdicación parece que viene pretendiéndose desde que se produjo el matrimonio desigual del heredero con la señorita periodista, matrimonio que todos sabemos, porque es público y notorio, se produjo porque amenazó del Príncipe con (dejarlo todo), con renunciar.  Bueno, ¿y que hubiera pasado si renunciaba’. Para un monárquico de verdad, este matrimonio fue y es un disparate, y un Príncipe heredero tiene obligaciones que están por encima de sus propios deseos personales, ¿o es que acaso el se cree que el matrimonio de sus padres fue el fruto de un amor apasionado?. Un ciudadano normal y corriente tiene todo el derecho del mundo a hacer con su vida privada lo que quiera, casarse con quien quiera y como quiera, pero una persona llamada a ser la excepción a la regla de la igualdad ciudadana, nacida, formada y preparada para ser la personalización del Estado no puede permitirse ese lujo.

El reportaje de (Vanity Fair) , magníficamente realizado por un periodista llamado David López, pone de manifiesto y señala uno de los grandes tabús del juancarlismo como es no solo las malas relaciones de D. Juan Carlos y Dª Sofía sino la posibilidad del divorcio de una pareja que lo es desde hace años, si no lo fue desde siempre, meramente formal y (profesional). Este tema es nombrar la bicha en el seno de ese sistema de relaciones y pautas que el juancarlismo tramó y montó en torno a la familia normal y perfecta del Palacio de la Zarzuela y que ha ido hundiéndose con el transcurso del tiempo… Pero, ¿se puede seguir a estas alturas jugando al puritanismo trasnochado heredado de la (corte) del General Franco?.  Además, en tiempos pasados nadie se rasgaba las vestiduras porque Alfonso XII tuviese amores y descendencia con la cantante contralto Elena Sanz, que, además era trece años mayor que él, ni porque su hijo, Alfonso XIII, supliese la infelicidad y frustración de su erróneo matrimonio con Carmen Ruiz de Moragas, y que con ella tuviese dos hijos…. ¿Y que decir de Dª Isabel II, o de la reina Gobernadora, Dª Cristina?... ¡A estas alturas!.

Cuando D. Juan Carlos era Dios, el Dios de los juancarlistas, se especulaba, se chismorreaba con sorna, resultaba divertido e incluso se vivía con un cierto orgullo nacional aquello de si estaba liado con tal actriz, o con aquella cantante, o con la otra, o la otra… Ahora, en los momentos de capa caída se aúlla por una dama alemana que, al menos, es distinguida y elegante… ¡Valiente fariseísmo!.

Lo cierto y verdad es que el Rey de la España del juancarlismo está solo. Más solo que la una, y que le deben de estar lloviendo los dardos por todos los costados, y que ahora, desde su propia casa le piden que se vaya, ¿que se vaya a hacer que?, ¿que se vaya tal vez a recibir el mismo trato que tuvo en sus años postreros el Conde de Barcelona?. Tal vez él se esté planteando que después de su marcha, que cuando ya no esté, todo se acabará…. Yo es algo que tengo meridianamente claro, puesto que si el juancarlismo me espantó siempre, el posible (felipismo)  me aterra, sobre todo porque tengo la sospecha de que será más bien el (leticismo) ( y sigo sin escribirlo con (z) porque me resulta cursi). No se si llegará a haber felipistas o leticistas  y en el caso de que los hubiera, por cuanto tiempo.  Desde luego, quienes me conocen bien saben que especulo desde hace varios años con la malvada intuición de que si en el futuro la cosa va por este camino, se llegará a escribir un best seller con un título que  podría titularse algo más o menos como (Así cayo la Monarquía Española) y figuraría como autora (Leticia Ortiz, ex reina de España). ¿Será una exageración mía?.. ¡Lo veremos!.

Si, el Rey de la España juancarlista está  solo, como lo estuvo su padre, el que nunca pudo ser Rey de la España de los españoles, y él sabe mejor que nadie que aquí no puede encontrar monárquicos, que su amigo Griñón no está en lo cierto, que los que hay están dispersos y lejanos a su causa y a su talante, y que él mismo  los espantó.

 




Manuel Alba
, - Marbella (Málaga)

Sitio web: EXTREMADURA MAGAZINE